El angora turco es un gato de pequeño a mediano tamaño, de cuerpo largo y esbelto, atlético y musculoso. Las hembras suelen pesar alrededor de los tres kilos y los machos adultos un poco más, hasta cuatro kilos y medio. Se incluye en la categoría II de FIFe, es decir, la de pelo semi-largo.
Aunque los más conocidos son los blancos de ojos azules o dispares, hoy día se reconocen todos los colores, salvo los orientales. Hay más de veinte variedades: bicolores, todos los colores de las razas tabby como tabby humo, tabby clásicos y atigrados, tabby plata, colores sólidos (blanco puro, negro, azul, rojo, carey...), etc. Los ojos son grandes, ovalados y ligeramente oblicuos, y pueden ser de cualquier tonalidad: entre ámbar y dorado, ámbar y verde, verde, azul o dispares (en los ejemplares de color blanco).
La cabeza es pequeña, en forma de cuña suave y el cuello es largo, delgado y elegante. Las orejas son grandes, tiesas, con mechones de pelo y ligeramente puntiagudas. Las patas son largas, con las traseras más largas que las delanteras. El pelaje, sin apenas capa interna, es semilargo sobre el cuerpo, más corto sobre el lomo y el morro, largo en el cuello y bajo la tripa. La cola parece una pluma, con el pelo bastante tupido, suele estar baja con respecto al cuerpo, si bien cuando el animal se desplaza deprisa la pone hacia adelante, en paralelo al lomo, y casi toca la cabeza.
En conjunto, el angora turco da impresión de equilibrio, de proporción y ligereza. La combinación de un cuerpo esbelto, largo, con patas traseras altas y cola ahusada en dirección a la cabeza y las orejas, produce un efecto de movimiento flotante y vaporosa elegancia.
Aunque poseen un pelaje largo, al ser fino, no suele enredarse como en el caso de los persas, con un cepillado diario es suficiente.
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